Tenemos un defecto. Nosotros también hemos caído en la epifanía de señalar con el dedo. De colocar en la diana al inquilino. Figura desprotegida de la que hemos desarrollado mil y un perfiles para hallar al mejor, porque son potencialmente peligrosos (entiéndase) de causar algún imprevisto en nuestra propiedad. Y, ojo, que no decimos que no sea correcto preocuparse por esto, pero sí que hay que mirar también al otro lado de la moneda. Al fin y al cabo, hay que ser consciente de qué buscar también en un buen casero.
Cómo ser un casero
Nos parecía injusto circunscribir todas las advertencias a la figura del inquilino y hemos decidido resarcirnos. Como el villano de cualquier película que acaba apoyando al héroe y que se convierte en una parte fundamental de la victoria final. No tenemos que olvidar que en un contrato la esencia es el equilibro entre las partes. Si ya decía Aristóteles que la virtud se encontraba siempre en el término medio, quiénes somos nosotros para llevarle la contraria veinticinco siglos después.
Además, seamos sinceros. ¿Cuántas historias has escuchado de malos propietarios que han interrumpido de manera radical en la vida de sus inquilinos? Por ello hoy te queremos dar el decálogo de las cinco cualidades que debería de mantener todo casero como base de una conducta impoluta. Estos son:
- Ten capacidad para ser flexible.
- Escucha lo que tengan que decirte.
- No sobrepases nunca tus derechos y cumple tus obligaciones.
- Nunca trates de aprovecharte de tu inquilino
- Ofrécete siempre para ayudar.
¿Las analizamos en profundidad una a una?
Ten capacidad para ser flexible
Entendemos tu situación. No es fácil. No queremos mentirte. Es tu propiedad y quieres cuidarla con todas tus fuerzas. Cualquier escenario de incertidumbre despertará tus nervios y activará tu instinto de protección.
Aunque pueda devenir en una respuesta complicada. Incluso irracional, como buen casero tienes que tratar de poner en práctica este consejo. Busca siempre la flexibilidad en toda tarea en la que te veas interactuando con tu inquilino.
Intenta encontrar las palabras para lo que te dicen. Actúa en consecuencia. Nunca rogaremos porque seas estúpido. Tampoco, porque te dejes engañar, pero no es necesario devenir en una persona rígida. Un buen casero tiene que tener capacidad de comprensión y flexibilidad.
Piensa que cuanto mejor sea la relación entre las partes, habrá una mayor confianza y ello siempre acabará repercutiendo de manera positiva.
Escucha lo que el inquilino tenga que decirte
Seguimos la línea que en el apartado anterior. Para ser flexible no hay nada mejor que desarrollar una potente capacidad de escucha. Si han sido muchos los personajes de ficción cuyo gran poder ha sido este, ¿cómo no vamos a sacarle partido dentro del mundo inmobiliario?
Cuando te expliquen cualquier problema, concéntrate en qué te están diciendo. Generarás confianza, preocupación y empatía. Ellos lo sentirán y a ti te interesa que sepan que tienen en ti un aliado y no un enemigo.
Solo poniendo toda tu atención y esfuerzo en esta tarea lograrás erigir un clima de concordia en la que el inquilino podrá hablar siempre contigo sin tapujos. La confianza es clave en toda relación. También cuando tratas de convertirte en un buen casero.
No sobrepases nunca tus derechos y cumple tus obligaciones
Parece una obviedad, pero no todo el mundo lo tiene tan claro. Hay una clase de casero que busca aprovecharse de la situación de desconocimiento en cuanto a sus derechos por parte del inquilino y que denota una tendencia a tratar de realizar todo aquello que le venga en gana. Esto no se puede permitir. Como cualquier firmante de un contrato, estás asumiendo unos derechos y obligaciones.
Con tristeza en los labios te aseguramos que el poder de un propietario no es omnipotente. Seguirás erigiéndote en un rol terrenal. Así que tendrás que asumir cada una de las pautas que firmes en ese contrato.
Es muy importante que construyas esta relación sana y duradera. Por ello, te recomendamos que nunca superes los límites pactados. Es una cuestión de confianza mutua. Si tú le respetas es mucho más probable que él también abogue por lo mismo.
A todo ello tienes que sumarle la idea de cumplir con tus obligaciones. Hazlo de manera fiel. Esto es lo que configura al buen casero. Haz siempre lo que se espera de ti, disfruta con ello y no cumplas con el mínimo. Vales más que eso.
Nunca trates de aprovecharte de tu inquilino
Habitualmente el inquilino desconoce parte de sus derechos. El casero no se digna a dárselos para aprovechar esta situación de ventaja ante cualquier peripecia y ellos entienden que la única biblia es lo pactado y sus afirmaciones, pues, al final, no deja de ser su hogar.
Nunca dejes que esto te suceda. Mantén siempre la cabeza fría. Sobrepasar esta realidad es un punto de no retorno. En cuanto superes este muro invisible la convivencia y el respeto se evaporarán. El trato personal se convertirá en un infierno cuya temperatura será cada jornada más complicado de soportar.
Ofrécete para ayudar siempre que sea factible
El último de los consejos que te damos para convertirte en buen casero es uno que te valdrá para todas las facetas de tu vida. Aquellas personas que más dan son las que reciben con más facilidad.
Ofrécete siempre para ayudarle. Ya no solo por el hecho de ser un buen casero, sino una gran persona. No dejes que esto consiga que te pise, por supuesto. No soportes ser engañado. Pero tampoco te conviertas en uno de esos propietarios que confunden la bondad con la debilidad. Estarías equivocado.
Estas son las cinco cualidades del buen casero. ¿Las tienes desarrolladas? ¿Trabajarás en ellas? Su presencia en el día a día te aportarán la convicción de que estás haciendo las cosas bien. Adelante con ellas. Conviértete en el mejor propietario que puedas ser. Verás que el resultado es positivo.