Sí, como si ocupáramos el cargo de un profeta y nuestra propia naturaleza nos prohibiera hablar con la claridad de quien conoce los secretos del universo, queremos desplazarte con disimulo las tres razones por las que nosotros daríamos el salto poseer un sofá al sillón. Tres pesquisas que han ocupado los pensamientos del ser humano desde que este mueble se concibió como tal y que auguramos que el paso de los siglos no lo sacará de las discusiones de compañeros de piso y familias.
Las tres razones para pasar del sofá al sillón
- A duras penas lo estoy utilizando.
- Quiero dinamismo y versatilidad en mi salón a la hora de decorar.
- La funcionalidad manda por encima de todo lo demás.
¿Analizamos un poco cada una de ellas?
A duras penas utilizo el sofá cuando estoy en casa
Esta tiene que ser la razón que separe las aguas del camino. La nube que sople en el origen del torbellino de tus decisiones no puede ser otra que el catalizador de los acontecimientos inevitables en el sino del porvenir.
Parece claro que, o la revolución se ha instaurado en tu mente, o no cambiarás un sofá si conforma un punto central en tu día a día y en el disfrute de tu vivienda. Locos hay en todas partes, pero que sacrifiquen esta comodidad, no tanta como puedas esperar.
Así, como el propietario que se deshace de un trébol de cuatro hojas cuando ya no necesita más suerte, las pautas que te llevarán a desprenderte de este mueble derivarán de la falta de uso del mismo. Si eres una de esas personas instauradas en el vanguardismo que ya no requiere de sofá porque no concibe una vida de salón, la opción de unos sillones es mucho más apetecible que la de este armatoste.
Anhelas dinamismo y versatilidad en la decoración del salón
La rutina te estresa. Picasso trabajaba cada día con un paisaje diferente y en el fondo de sus estudios no podía haber nunca la misma configuración de elementos. Si uno de los artistas más importantes de la historia no creía en la estabilidad de los aspectos decorativos, ¿cómo vamos a hacerlo nosotros si queremos alcanzarle en su maestría? La realidad parece clara, los puntos están sobre las íes y las migas de pan recogidas. El salón no puede estar siempre decorado de la misma manera.
Y es que, seamos sinceros, un sofá es capaz de coartar la estética de un hogar sin ningún problema. Es tan grande y ocupa un lugar tan central que, cual sol, obliga al resto de los astros a orbitar a su alrededor, eliminando miles de posibilidades a emplear si lo que tuviéramos entre las manos fuera un sillón.
Piénsalo. ¿Es el sofá tan importante como para que todo gire a su alrededor?
La funcionalidad es un punto a tener en cuenta
Un sofá aporta mucha comodidad. Permite que nos juntemos varios dirigiendo la mirada al mismo punto, como si nos encontráramos en el Mito de la Caverna de Platón. Así, cual personaje descrito por el filósofo, la libertad la encontraron cuando se deshicieron de sus cadenas y fueron capaces de ver que más allá de las sombras existía otra realidad tangible, que habían sido engañados para siempre.
Tu caso es el mismo. El sofá es tu caverna y será el sillón el que te permita liberarte de las cadenas y aprovechar el espacio de cualquier manera que te puedas imaginar. Podrás desplazarlos, cambiar su orientación, luchar contra los rayos del sol y charlar de manera cómoda sin provocaros más contracturas que un jugador de baloncesto.
Estas son nuestras tres razones para cambiar el sofá por el sillón. ¿Lo harás? Nosotros tendremos que valorarlo tranquilamente en la pausa de un verano que nos hace pensar en este tipo de cuestiones. ¿Vosotros tenéis algún cambio previsto en el hogar que queráis aprovechar ahora para perpetrarlo?